Las amenazas de seguridad están a la orden del día, y la privacidad de los usuarios cada vez más vulnerada «gracias» a gigantes como Facebook, que ocupa día sí día también las portadas con demandas y escándalos que están haciendo que la que fuera la mayor red social del mundo esté ocupando los puestos más bajos en las listas de popularidad. Sin embargo las amenazas van mucho más allá, y podrían ser nuestros propios smartphones los que nos espiaran sin tener que instalar otras aplicaciones.
Esta es la conclusión a la que han llegado unos investigadores españoles de la Universidad Carlos III junto con otras instituciones como la Universidad de Berkeley. Según su estudio, los teléfonos Android, que copan sobre el 80% del mercado mundial de los smartphones, incluyen aplicaciones ya preinstaladas de fábrica que espían a los usuarios y mandan la información recopilada para todo tipo de fines.
Hasta ahora siempre decíamos que había que tener mucho cuidado con lo que instalábamos en nuestro smartphone, y los permisos que dábamos a cada una de ellas. Nos piden acceder a nuestro micrófono, a nuestra cámara, a nuestra ubicación, a las páginas web que visitamos… Pero ¿qué pasa con las aplicaciones que vienen preinstaladas en nuestro smartphone? Esas no nos piden permiso, muchas de ellas son incluso invisibles, nos hay iconos ni menús de configuración que podamos modificar, pero ahí están, recopilando todo tipo de información. Y en estas aplicaciones son en las que se ha centrado este estudio.
«Algunas de esas apps llaman a casa pidiendo instrucciones y mandan información de dónde están instaladas. Esa información a veces es descomunal: informes extensos con características técnicas del teléfono, identificadores únicos, localización, contactos en la agenda, mensajes o e-mails. Todo eso lo recoge un servidor y toma una decisión de qué hacer con ese teléfono. Por ejemplo, según el país en el que se encuentre puede decidir instalar una app u otra, o promocionar unos anuncios u otros. Lo hemos averiguado analizando el código y comportamiento de las apps»
Los autores de esas apps son uno de los grandes misterios de Android. La investigación ha encontrado un panorama similar a los bajos fondos de la dark web:hay por ejemplo apps firmadas por alguien que dice que es «Google» y no tiene pinta de serlo
El estudio, del que se han hecho eco incluso medios convencionales como El País, es realmente preocupante para una plataforma como Android, y no es más que el reflejo del caos que reina en una plataforma «abierta» donde meten la mano todo tipo de intermediarios (Google, fabricante, operadoras, empresas…) hasta que llega al usuario final. El problema es que, tal y como los propios investigadores aseguran «ejercer control regulatorio sobre todas las versiones posibles de Android del mercado es casi inmanejable. Requeriría un análisis muy extenso y costoso».
Por esto y por muchas otras cosas más no quiero Android ni en pintura.