Cuando se presentó el Apple Watch, no recuerdo si la primera (septiembre de 2014) o la segunda vez (marzo 2015), algunos analistas dijeron que pondrían en aprietos a los relojes clásicos, refiriéndose más concretamente a los relojes suizos. Fuimos muchos los que nos llevamos las manos a la cabeza porque parece que son artículos que no se pueden comparar, pero el último balance fiscal parece que da la razón a aquellos que vaticinaban problemas para los relojes convencionales. Y es que la industria de relojes suiza ha visto como sus ventas descienden un 8.5% con respecto al trimestre anterior.
Según los analistas, este descenso nace en Asia y se extenderá a otros mercados, lo que debería encender todas las alarmas de ya no sólo los fabricantes de relojes suizos, si no de todos los fabricantes de relojes convencionales. En mi opinión y viendo las cifras, los fabricantes deben saber renovarse o podrían verse en un escenario como el vivido por Blackberry, quien ya ha presentado su primer smartphone con Android pero podría ser demasiado tarde.
El descenso se empezó a notar en el mes de mayo, más o menos cuando el Apple Watch se puso a la venta. Las ventas cayeron un 9,9% en el quinto mes de 2015, pero aún fue mayor en junio, llegando hasta el 10%. El tercer trimestre de 2015 es el peor desde el año 2009. De todas formas, los analistas también aseguran que los relojes convencionales sufrirán una «enfermedad mortal» en Asia este mismo año.
Los informes aseguran que los relojes más afectados son los de gama media, quienes cayeron un 14,5% y tienen unos precios que oscilan entre los 200 y 500 francos (184,56€ y 461,40€). Esos precios coinciden con algunos modelos de Apple Watch Sport. En definitiva, si el Apple Watch tiene algo de culpa con el descenso de ventas de los relojes suizos, es en su versión más económica. Los clientes seguirían prefiriendo como norma general los relojes clásicos cuando se trata de un modelo de lujo. Por lo menos en ese sentido reina la cordura.
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