Como bien sabéis los que nos seguís hace tiempo, entre manzana y manzana, me como algún dispositivo Android en nuestra web hermana ActualidadGadget. Durante los últimos años he probado muchos plegables, pero nunca tuve la tentación de hacer vida diaria con un dispositivo plegable, hasta que llegó a mis manos el «económico» Motorola Razr 40, y decidí darle una oportunidad al «plegable del pueblo».
Tras 30 días utilizando un teléfono plegable, ahora sé por qué Apple no los fabrica. Usar uno de estos dispositivos tiene muchos atractivos, pero tiene varios puntos negativos que jamás pasarían por los estándares que Apple tiene marcados para la experiencia de usuario que brindan sus dispositivos.
Normalmente este tipo de artículos los divido en distintas secciones, pero en esta ocasión todo gira entorno al concepto de experiencia que Apple quiere brindar a sus usuarios, y al por qué en estos momentos es imposible brindar una «experiencia Apple» con un dispositivo plegable. Es por ello, que vamos a hacer todo el texto de seguido, pero no te preocupes, lo amenizaremos con unas cuantas fotografías para que no te aburras.
Vamos a empezar con la sensación de calidad percibida. Cuando tienes un iPhone en tus manos, tanto si es de Titanio como si no, tardas a penas unos segundos en sentir el mimo con el que se ha fabricado. Hablamos de simetría, hablamos de proporción, hablamos de matemáticas, nada de esto queda al azar, todo tiene una fórmula maestra detrás. Esto es algo que no sucede con los plegables, y he probado muchos. Un teléfono plegable está hecho bajo una premisa, debe ser plegable. Todo lo demás es accesorio.
El primer escollo insalvable es el mismo plegado. Vengo hablando años atrás de por qué el MacBook es el único ordenador portátil que año tras año sigue pudiendo abrirse con una mano. Pues esto lo vamos a trasladar al teléfono móvil, no porque tengamos que abrirlo con una mano o con dos, sino porque abrirlo normalmente es un sinsentido de fuerzas, proporciones e incomodidades que dependerán de la temperatura, el cariño con el que hayan fabricado la bisagra, o la resistencia que el fabricante haya querido otorgar a la misma, porque teniendo en cuenta que dicha bisagra protege la pantalla, no puede ser ni demasiado blanda, ni demasiado dura.
Seguimos con la pantalla, ya que hemos abierto ese melón. Apple lleva años mencionando cómo invierte tiempo, dinero y esfuerzo en montar las pantallas más resistentes y brillantes del mercado, eso es algo que en un teléfono plegable pasa al segundo plano. La necesaria fabricación del panel plegable tiene dos puntos débiles insalvables: Nula resistencia a rayones y tendencia a arrugarse.
Empezamos con los rayones. Como bien sabéis, este tipo de pantallas cuentan por cortesía con un film protector. Este tipo de film tiene problemas con el recubrimiento oleófugo, por lo que la pantalla tiende a ensuciarse de sobremanera cuando hablamos del simple uso diario. Además de lo anterior, la experiencia la tacto te reporta directamente a aquellos smartphones con panel de plástico, como si hubiéramos involucionado una década, bueno, algo más…
La resistencia es nula, no ya a los golpes, extremo que no hemos podido ni querido comprobar con un teléfono que nos han cedido desinteresadamente, sino a los rayones. La pantalla puede arañarse con la uña, sólo tienes que pasarte por cualquier MediaMarkt de turno y pasar por el stand donde lucen los teléfonos plegables, parecen la cara de Scar en el Rey León, un poema. El que yo he probado tampoco se libra, es algo que yo ya sabía. Sin embargo, y concluyendo ya con este asunto, está claro que yo al menos no estoy dispuesto a vivir con esa permanente desazón de no arañar el dispositivo con el simple uso diario.
Seguimos con la pantalla, donde una vez parece que no importan en absoluto las proporciones, y que se han centrado en darte más desplegado, menos plegado. Esto no atiende a ningún tipo de lógica, estos plegables pretenden ser tabletas sin alcanzar sus cotas, y la disposición de los mismos hacen que a menudo cuenten con proporciones exageradamente panorámicas o exageradamente cuadradas que hacen inviable consumir contenido multimedia de forma cómoda. En el caso que nos ocupa, con el Motorola Razr 40, tenemos un panel ultra-panorámico que desperdicia casi media pantalla en las barras laterales cuando pones un vídeo a pantalla completa. Caso parecido sucede con el caso de otros plegables de mayor tamaño y distinto mecanismo.
Tengo claro que un usuario de un iPad tampoco está para quejarse mucho en este aspecto, las proporciones del iPad tampoco destacan por ser las mejores para consumir contenido multimedia, sin embargo, al menos cuentan con la ventaja de adaptarse más bien a las necesidades de quien necesita interactuar con la pantalla o crear contenido, algo que estos plegables no logran.
La gran pregunta es, si realmente son tan prácticos estos plegables, ¿por qué Samsung no devuelve a la vida al Galaxy Note en forma de dispositivo plegable? Por lo mismo que Apple no termina de decidirse a fabricar dispositivos de este tipo, porque no ofrece la calidad esperada, porque sigue siendo un invento para «culos inquietos» que no ofrece ningún tipo de ventaja real al usuario más allá de poder fardar con el despliegue de la pantalla.
Y la tarea del desplegado es para mi el último escollo a salvar. Mientras que Apple invierte en el FaceID con el único objetivo de aligerar el proceso de desbloqueo y que puedas interactuar con tu iPhone a la mayor brevedad, el teléfono plegable nos añade un paso previo, el de desplegarlo, para poder utilizarlo con total comodidad. Ya sé que hay plegables con pantallas principales bastante aceptables, pero esos mismos son los que en su mayoría ofrecen, desplegados, unas proporciones que no suponen ventaja alguna para consumir contenido multimedia, entonces… ¿para qué puedo querer un dispositivo plegable?
Estos dispositivos van a acabar diluyéndose, como sucedió en su día con los televisores con tecnología 3D (o al menos esa es mi apuesta). Son dispositivos resultones, cómodos de llevar en el bolsillo, pero que en casi ningún aspecto ofrecen una experiencia de usuario mejor. Y la tecnología está para mejorar nuestra vida, no para empeorarla.