A finales de 2017, Apple reconoció que con el lanzamiento de iOS 10.3.2, el sistema operativo ralentizaba el funcionamiento del dispositivo cuando el estado de la batería no era óptimo, para así evitar que en momento puntuales donde se requiere máxima potencia, el equipo se apagara aunque el nivel de batería indicara lo contrario.
Esta decisión unilateral por parte de Apple, le obligó a añadir una nueva función dentro de iOS para poder desactivar esta función que de forma nativa se encuentra activada. Pero además, le obligó a crear un programa de reemplazo de baterías especial, donde se reducía considerablemente el precio, dejándolo en 29 euros, prácticamente el mismo precio que la mayoría de las tiendas no oficiales.
Ese programa estuvo en vigor durante todo 2018, año en el que la compañía con sede en Cupertino ha reemplazado 11 millones de baterías. Si tenemos en cuenta que el cambio de batería durante los años anteriores ascendía a 1-2 millones de unidades, vemos como muchos han sido los usuarios que han aprovechado este programa para aguantar con un iPhone casi nuevo un año más.
Esta decisión de los usuarios, tal y como afirmó Tim Cook en el anuncio que hizo hace un par de semanas, lógicamente ha afectado a las ventas de iPhone, pero no exclusivamente, ya que el mercado chino también ha colaborado especialmente en un año para olvidar por parte de Apple y que ha supuesto el fin de una era.
El efecto del programa de reemplazo no se hizo notar especialmente hasta el lanzamiento de los nuevos iPhone XR y iPhone XS, ya que el iPhone X si que supuso una renovación estética importante en comparación con los años anteriores y todos aquellos usuarios que ya habían renovado su terminal, han preferido reemplazar la batería que optar por comprar el nuevo modelo de este año.