Los productos de la gran manzana, así como los de gran parte de las empresas tecnológicas se basan en materiales que, en su gran mayoría, se importan del exterior. El gobierno de Donald Trump ha propuesto unos aranceles de 200 mil millones de dólares a importaciones chinas. El malestar en la cúpula de Apple es real porque eso implicaría un mayor coste de sus productos de Estados Unidos.
Estos aranceles han provocado una rápida respuesta por parte del ejecutivo de Apple instando al Gobierno a encontrar diferentes estrategias para intentar evitar incrementar los aranceles y hacer decrecer el crecimiento y la competitividad frente al resto de los países del mundo.
Una carta de Apple instando a Trump el descenso de los aranceles
Los nuevos aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump ha hecho saltar las alarmas en las oficinas de Cupertino. Apple asegura que serán los más afectados por estos incremento en el precio de importación disminuyendo la competitividad y el crecimiento de Estados Unidos aumentando así, el precio de los productos.
Entre los productos que verían aumentado su precio serían el Apple Watch, los AirPods, el HomePod, auriculares Beats, AirPort, Apple Pencil, Magic Mouse, Magic Keyboard, MacBooks, Mac Mini, cables, cargadores y una selección de adaptadores. Este incremento producirá la pérdida de la competitividad por varios motivos entre los que se encuentran un desvío de recursos que harán que empresas extranjeras sean mucho más potentes que la actual Apple.
Tim Cook ha utilizado diferentes argumentos para justificar su decisión de intentar buscar junto con el ejecutivo de EEUU nuevas formas de paliar el aumento de los aranceles. Entre esos argumentos se encuentra el beneficio que hacen sus productos en la sociedad, en el caso del Apple Watch para detectar anomalías en el ritmo cardíaco, por ejemplo:
Desde que presentamos Apple Watch hace unos años, hemos escuchado a los usuarios sobre cómo ha cambiado, y en algunos casos salvado, sus vidas. Apple Watch también se usa junto con universidades estadounidenses para ayudar a las personas a controlar afecciones de salud como la epilepsia y la recuperación posterior al ataque cardíaco.